martes, 22 de abril de 2014

LOS DORMIDOS DE LERDO



Andan tan revueltas las cosas en nuestro país que en esta ocasión le platicaré algo sencillo y de alguna forma cómico: cómo y porqué fue la fundación de Gómez Palacio Durango, ciudad vecina de Torreón y hoy conurbada, junto con Lerdo, también del estado de Durango. La primera fundada de las tres fue Lerdo, a orillas del río Nazas y sigue siendo una población risueña, bonita, fresca, muy arbolada y tranquila. Yo ahí viví mis buenos años de la niñez y primeros de la adolescencia. Pues bien, el nombre de Lerdo obedece a Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de la República a la muerte de Juárez, de 1872 a 1876; por lo tanto por esos años se le cambió el nombre de San Fernando a esa Villa. Así nace Lerdo, al que por cierto todavía se le conoce como “el pueblo de los dormidos”, a pesar de tantos años transcurridos en que se ganaron este apodo. Pero vayamos al relato.

Para 1850 y 60 esa era la única población, muy pequeña por cierto, de lo que ahora llamamos región Lagunera. A inicios de los 60s del siglo XIX llega por ahí, directo de Ahedo, España, mi tatarabuelo de nombre Santiago Lavín Cuadra; venía a “hacer la América” y de inmediato empezó, sobre todo comprando terrenos, muchos terrenos, que eran muy baratos ya que eran en buena parte desérticos como el Bolsón de Mapimí y además había muy poca gente. En pocos años este Lavín Cuadra ya era dueño de un muy extenso territorio que él mismo le puso por nombre Perímetro Lavín. Se convirtió así en cacique y terrateniente.

Pero como a cada rato se metía en broncas, básicamente por el agua del río, contrató a uno de los mejores abogados de Durango, Francisco Gómez Palacio, a quien al poco tiempo lo hizo compadre. Este Gómez Palacio salió muy bueno para arreglar conflictos de límites; compuso los de Coahuila y Durango; incluso los de México-Norteamérica, por instrucciones de Benito Juárez y por supuesto los de Lavín Cuadra en las márgenes del río Nazas. Todo ello le valió ser designado magistrado de la Suprema Corte de Justicia y más adelante, por dos ocasiones, la gubernatura de Durango, la última de 1880 a 1883, que es cuando ocurre esta historia.

Ambos compadres ya eran muy amigos por esos años y se visitaban uno al otro. Gómez Palacio tomaba su carruaje y en unos días recorría los cientos de kilómetros que separan a Durango, Dgo. de Lerdo y el rancho Noé, que es donde le gustaba vivir a Santiago Lavín, aunque tenía casa en Lerdo. Y viceversa, ya que también se juntaban en Durango, sobre todo porque los dos eran muy aficionados al sotol, una especie de mezcal norteño y del aguardiente de uva, que ya fabricaba Lavín aprovechando unos viñedos que sembró en alguno de sus ranchos. Aquellos eran buenos y alegres días. Pero en una ocasión llegó a Lerdo, muy contento, el gobernador y traía unos grandes planos en sus manos, por lo que los compadres empezaron a platicar.

-       “Viene muy contento, compadre, ¿a qué se debe?

-       “A que le traigo muy buenas noticias, compadre; así que me gané un sotolito”

-       “Ese con todo gusto nos lo echamos; pero a ver, cuénteme”.

-       “Pues nada, compadre, que pronto el tren va a pasar por aquí, ya me lo dijo don Porfirio y usted va a salir muy beneficiado por tanto algodón que produce y ahora lo podrá mover en tren. La estación va a quedar aquí en Lerdo; a dos cuadras de su casa pa’que no le batalle”.

-       “Ah no, compadre; eso sí que no, respondió mi tatarabuelo, a mi el tren no me va a despertar; mejor vamos a echarlo pa’donde estaba el Torreón (se refería a un Torreón que se construyó en 1850, almenado en su corona para defenderse de ataques de indios yaquis e incluso sioux; ese torreón se derrumbó en 1868 por una fuerte avenida del Nazas, pero le dio el nombre a la actual ciudad). Usted compadre, convénzame a don Porfirio para que cambie los planos”.

-       No creo que pueda, compadre; ese cambio costaría un buen dinero de más, ya que hay que hacer dos puentes y extender mucho las vías y usted conoce muy bien a don Porfirio y sabe lo tacaño que es”.

-       “Usted no se apure de los gastos, compadre; de eso me encargo yo, nada más convenza a don Porfirio y de paso le hago un regalo a usted, compadre”.

-       “¿De que regalito hablamos, compadre?”, preguntó Gómez Palacio.

-       “De una ciudad, contestó don Santiago y señalando los planos que estaban extendidos, le dijo: mire, estos terrenos de este lado del río son míos; se los regalo al estado de Durango para que se funde ahí otra ciudad y que Lerdo se quede tranquilo”.

-       Gómez Palacio se interesó y observando más detenidamente los planos, preguntó: “Me parece bien, compadre; es un terreno plano beneficiado por el río. ¿Pero que nombre le pondríamos?”.

-       “Pues el de usted, compadre, contestó Santiago Lavín; que se llame Gómez Palacio, Durango”.

Y así quedó. El ferrocarril se fue a un Torreón que aún no existía, cruzando las vías por dos veces el río Nazas; Gómez Palacio se trazó, se documentó y sus primeras calles llevaron nombres de ciudades españolas, capricho de don Santiago, que a su muerte, en 1894, se cambiaron y todo quedó en paz. Torreón, como ciudad, se constituyó hasta el 15 de septiembre de 1907.Pero a partir de aquel 1883, fecha en que ocurrió todo esto, a los de Lerdo se les empezó a conocer como “los dormidos de Lerdo”. Y créame, todavía se les sigue llamando así. Originalmente, divertido lector, iba a escribir sobre la balacera afueras del estadio de fut bol en Torreón, pero con lo de Monterrey eso se quedaba muy chiquito, y no me quedó más remedio que buscar un tema ligerito, que nos libere de tantos problemas que como país tenemos. Y que mejor que una historia mezclada con sotol.

Por cierto, esta historia me la contó don Melchor Sáenz, hermano de la tía Angelita, casada con Benjamín Lavín y nieto de Santiago Lavín Cuadra. Tal vez contenga exageraciones; ya ve como son los norteños de cuenteros. Lo cierto es que historiadores locales si reconocen que los terrenos donde se levanta actualmente Gómez, fueron donados por don Santiago Lavín y otra parte por su hijo, mi bisabuelo, don Gilberto Lavín Veloz. Como todavía también se reconoce que fueron tres factores los que acabaron con los Lavín. Villa acabó con su oro, de tantas haciendas de ellos que asaltó; Cárdenas, en 1936, con el reparto agrario de La Laguna, acabó con su tierra y…el sotol acabó con sus hombres.


CUIDADO CON LA COMIDA CHATARRA



Esta Semana Santa que acaba de pasar y a pesar de mis 72 años de edad, descubrí el porque les llaman comida chatarra a todas las frituras que hacen para que uno las disfrute como “Botana” así entre comillas, porque de botana no tienen mucho, lo que si tienen además de estar fritas en aceite, contienen un exceso de sal.

Yo comencé a disfrutar “La Hora del Amigo” desde el sábado 12 con mi hijo Francisco y mi nuera Magnolia, el miércoles 16, ellos se regresaron a San Lucas, donde viven. Pero el jueves 17 llegó mi hijo Norberto y su familia también de San Lucas y yo continué con “La Hora del Amigo” y dale que dale al la dizque botana.

El domingo 20, Norberto y su familia se regresaron a San Lucas y a mi me dejaron solo, Así como lo oyen: solo con una gran diarrea por tanta sal de: Papitas, churritos, tostitos, jajahuates, doritos, quesitos y demás chuchulucos que presumen de botana. Así es que ya entendí el porqué les dicen “Alimento Chatarra”

Recordemos que la sal es purgante y nueve días de comida chatarra ya no conviene, así es que amigos de la tercera edad, cuiden bien lo que comen. No les vaya a pasar lo que a mí y tengan que visitar el W. C: por un CHORROtotal de veces.