Allá por
1961 y 1962, mi primo Jesús Vargas y yo hicimos algunos viajes a Acapulco.
Jesús trabajaba con su tío Carlos en las tiendas de muebles de baño que estaban
por la calle Ayuntamiento del centro de la ciudad de México, mientras yo
asistía a la Universidad Autónoma de México.
Los viajes
los hacíamos en su auto, un Simca Aronde, normalmente cuando el salía algún
sábado de trabajar, pasaba por mí a mi casa, y salíamos en su coche con rumbo
al puerto.
Casi
siempre íbamos sin dinero, solo para la gasolina y un poco para malcomer, normalmente
el viaje por la carretera era tranquilo, siempre tomábamos la carretera libre,
y al llegar a Acapulco, nos dirigíamos a Puerto Marqués, pues en uno de los
restaurantes, el de la tía Lencha, tenía en la parte trasera un palapa con
hamacas, y nos las rentaba a dos pesos por noche.
Los
domingos siempre desayunábamos en su restaurante, a peso el taco de pescado, y
también por un peso una manzanita sol.
Nos despedíamos de ella, y nos íbamos a
nadar a las playas de la costera. Varias veces fuimos a Caleta o a caletilla
para cruzar nadando a la Roqueta. Nos encantaba ir a la isla, pues ahí siempre
había poca gente, además nos entretenía mucho ver al burro borracho que le
gustaba beberse una cerveza.
Íbamos a bucear
donde se encuentra la Virgen en el fondo del mar.
También ibamos a La Quebrada para ver a los clavadistas.
Teníamos que regresar nadando
a Caleta temprano para tomar la carretera de vuelta a México.
Como no
recordar estos viajes que hicimos Tito mi primo y yo, en su auto hasta
Acapulco.
En 1963,
ingresé a la Escuela Militar de Aviación y nunca más volví a viajar con mi
primo Jesús Vargas.