Jugábamos Polo en bicicleta,
en la calle Querétaro de la colonia de Las Rosas, aquella tarde del 23 de
septiembre de 1955, y cuando eran las siete y media de la tarde, de repente se
iluminó el cerro de Las Calabazas, y se escucharon dos fuertes explosiones.
El ruido de estás
explosiones vinieron del norte de la ciudad, y dejando los palos o bastones del
polo, salimos pedaleando hacia el centro de Gómez. Yo pensaba que a lo mejor
había explotado el cine Palacio o algo así. Yo tenía trece años de edad.
Al llegar a la plaza, todo
estaba en calma, pero varias ambulancias de la Cruz Roja, partieron con rumbo a
la salida de la ciudad.
Yo pensé en ese momento: -“La
Gasolinera de Cholón”- y pedaleamos hacia allá, pero al llegar a la gasolinera
estaba esta en calma.
Paralelo a la vía del tren,
desde la gasolinera hasta el cruce de Guayuleras había una pistita de tierra
para aviones fumigadores. Nos tuvimos que ir por esta pista pues muchos
vehículos de emergencia estaban sobre la carretera.
Ya casi estaba oscuro, pero
al llegar al cruce de la carreta con la vía del tren en ese lugar de Guayuleras
vimos los restos de un tren. Sobre la pista y a un lado de la vía del tren
empezamos a ver pedazos de restos humanos.
Los socorristas, policías y
elementos de auxilio alumbraban el lugar con sus lámparas de mano.
En el cruce de la carreta con
la vía había un gran cráter, y a unos quince metros de este cruce estaba otro
cráter.
Resultó que desgraciadamente
el tren pollero número veinte, que venía de Chihuahua, con destino a Torreón,
chocó con un camión Torton que traía quince toneladas de dinamita, y el otro
camión traía doce toneladas. Los dos provenían del poblado Dinamita.
Mis compañeros del juego de
Polo y yo regresamos muy impresionados por lo sucedido.
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