Hace algunos años tuvimos un buen gobernador, y le encantaba recorrer todo el estado, y siempre se paraba a platicar con todos sus conciudadanos.
Lo mismo visitaba el pacífico norte, que la zona de los Cabos, al valle iba muy seguido. Un día iba entrando en su pick-up a Todos Santos y al lado de la carretera estaba un viejito sembrando un mango.
-¿Qué estás haciendo, buen hombre?- le preguntó el gobernador, bajando el vidrio de su vehículo.
-Aquí nomás sembrando este arbolito, es un mango- le contestó el viejito.
-¿Sabes cuando va a tardar ese mango en dar frutos?- Le preguntó el gobernador.
-Si señor, creo que va a tardar como diez años, eso si lo riego bien- le contestó el viejito.
-Y porqué lo siembras, si sabes que te vas a morir antes de que cortes el primer fruto- le dijo nuestro gobernador.
-Es que otros hombres buenos, sembraron de estos árboles y yo he comido sus mangos y a mi me encantan, son una fruta deliciosa. Ahora estoy sembrando “Para los que vienen” para que mis nietos y sus hijos coman del fruto de éste- le contestó el anciano.
El gobernador le contestó: -¿Sabes?, tu eres un hombre muy sabio, me estás dando una gran lección- y metiendo su mano en la cartera saco unos billetes y se los dio al anciano.
-¿Ves señor?, ya mi arbolito me comenzó a dar frutos, muchas gracias, yo quiero que sigas parándote a platicar con toda tu gente- finalizó el anciano y recogiendo su pala y su pico se retiró del lugar.
Lo mismo visitaba el pacífico norte, que la zona de los Cabos, al valle iba muy seguido. Un día iba entrando en su pick-up a Todos Santos y al lado de la carretera estaba un viejito sembrando un mango.
-¿Qué estás haciendo, buen hombre?- le preguntó el gobernador, bajando el vidrio de su vehículo.
-Aquí nomás sembrando este arbolito, es un mango- le contestó el viejito.
-¿Sabes cuando va a tardar ese mango en dar frutos?- Le preguntó el gobernador.
-Si señor, creo que va a tardar como diez años, eso si lo riego bien- le contestó el viejito.
-Y porqué lo siembras, si sabes que te vas a morir antes de que cortes el primer fruto- le dijo nuestro gobernador.
-Es que otros hombres buenos, sembraron de estos árboles y yo he comido sus mangos y a mi me encantan, son una fruta deliciosa. Ahora estoy sembrando “Para los que vienen” para que mis nietos y sus hijos coman del fruto de éste- le contestó el anciano.
El gobernador le contestó: -¿Sabes?, tu eres un hombre muy sabio, me estás dando una gran lección- y metiendo su mano en la cartera saco unos billetes y se los dio al anciano.
-¿Ves señor?, ya mi arbolito me comenzó a dar frutos, muchas gracias, yo quiero que sigas parándote a platicar con toda tu gente- finalizó el anciano y recogiendo su pala y su pico se retiró del lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario