miércoles, 30 de diciembre de 2015

VIEJA, ABRE LA DESPENSA, TRAEN HAMBRE



Don Norberto Hahnel, (mi suegro) nació en Alemania en 1905. A la edad de 28 años llegó al puerto de Veracruz y de inmediato viajó a Sinaloa. Estaba contratado en el ingenio de Higuera de Zaragoza, cerca de Los Mochis. Luego se traslada a Navojoa donde conoció a Francisca Cortés y se casa con ella en 1930.

Entra a trabajar como contador en una pequeña empresa ferroviaria que hacía viajes de Navojoa a Yavaros, motivo por el cual empieza a hacer viajes a la ciudad de Hermosillo.

En estos viajes pasa por Ciudad Obregón, y luego recorre toda la sierra del Bacatete, pasando por los pueblos Yaquis de Tórim, Pótam y Vícam, lugares donde se da a conocer por los habitantes de estas poblaciones.

Ya para 1939 estaba radicado en Hermosillo.

Estando en esta ciudad, una mañana muy temprano llegaron unos indígenas yaquis, tocaron la puerta, y al verlos mi suegro, solo le dijo a Panchita, mi suegra: “Vieja, ábreles la despensa traen hambre”

Mi suegra abrió su despensa, los indígenas entraron, comieron, y le agradecieron a mi suegro su hospitalidad.


lunes, 14 de diciembre de 2015

LAS TRAVIESAS DE MIS PRIMAS



Vivíamos en Lerdo y convivíamos mucho con los hijos de mi tío Benjamín y mi tía Bora. Sus hijos eran muy traviesos.

Mis padres y mis tíos salían mucho a bailes y fiestas juntos. Un día los invitaron a una boda, y mis padres nos llevaron al rancho el Vergel para quedarnos a dormir con los primos.

Cuando ellos ya estaban listos para salir, mi tío Benja le dijo a mi tía: “Vieja, póngase el abrigo que le regaló mi suegro en la navidad, ese Peluche con pelo de gato”

Ella entró a su recámara por el y se lo puso, salió y se dio vuelta ante mis padres y mi tío para que le vieran el mentado “Peluche” y cual no fue su sorpresa, que el mentado abrigo, tenía un hueco en la mitad del mismo.

Resultó, que mis primas tomaron unas tijeras y le recortaron un buen pedazo a la mitad del mismo para hacerle abriguitos a sus muñecas.

Y ni modo, mi tía tuvo que dejar su Peluche colgado en el closet.

Así de traviesas eran mis primas Bora, May y Lucy. 

miércoles, 30 de septiembre de 2015

BAILANDO CON ELVIS PRESLEY EN EL CLUB HUINIK



Allá por 1959, yo estaba estudiando en la ciudad de México el segundo año de preparatoria y vivía con mi abuela María Luisa, la tía Carlota, mi tía Teresa y mis primos Pepe y Chiquis, la casa estaba en la calle Monte Albán de la colonia Vértiz Narvarte.

José Luis mi primo, estudiaba ingeniería en la ESIA del Politécnico, la novia de él, a la que le decíamos Yoya, vivía en la calle Ixcateopan de la colonia Narvarte.

En el patio de su casa, empezamos a juntarnos varios jóvenes y formamos un club de amigos llamado Huinik.

Nos reuníamos los sábados para escuchar la música de la época y bailar. Las mujeres hacían Sándwiches y bebíamos refrescos.

A veces preparábamos pequeñas excursiones a: los Dinamos, a las fuentes brotantes de Tlalpan o a Xochimilco.

Pero como no recordar las canciones que escuchábamos y bailábamos, sobre todo las de Elvis Presley: El rock de la cárcel, Zapatos de color azul, No seas cruel, ay nos vemos Cocodrilo, Danny Boy, Hotel de los corazones rotos, Ámame, Osito Teddy, Trátame bien, Tutti Frutti y otras que ya no recuerdo.

Éste club de amigos, el club Huinik, es un gran recuerdo para mi.     

miércoles, 9 de septiembre de 2015

CUANDO MI PADRE QUIZO SER HÉROE




Hola, ¿Cómo no recordar las aventuras de mi Padre? Como aquella cuando el quiso ser héroe.

En Torreón construyeron una alberca en la colonia Nuevo Torreón, cuando fue su inauguración, vino Joaquín Capilla y dio una muestra de sus clavados desde la plataforma de diez metros.

Mi padre, gran nadador, se hizo socio de esta alberca, y dos o tres veces a la semana, se iba a nadar a las seis de la mañana, siempre llevaba sus aletas.

Un día, íbamos mi madre y yo hacia Torreón en un autobús, y después del paso a desnivel, al acercarnos al cruce con el canal de La Torreña, vimos muchos vehículos parados. Se paró nuestro autobús y cual no fue nuestra sorpresa al ver a mi padre, en traje de baño, con huaraches y en las manos sus aletas.

Resultó, que al salir del puente para autos del río Nazas, lo rebasó un auto, donde iban dos chavos alocados, quienes al llegar al cruce con el canal, perdieron el control y su auto cayó dentro de dicho canal.

Mi padre freno su fordcito y se bajó para salvarlos, pero ellos ya habían salido nadando.

Los jóvenes estaban siendo atendidos por paramédicos de la Cruz Roja y ya habían pedido una grúa para sacar el auto del canal.

  

miércoles, 2 de septiembre de 2015

LA EXPLOSIÓN DE GUAYULERAS

Jugábamos Polo en bicicleta, en la calle Querétaro de la colonia de Las Rosas, aquella tarde del 23 de septiembre de 1955, y cuando eran las siete y media de la tarde, de repente se iluminó el cerro de Las Calabazas, y se escucharon dos fuertes explosiones.

El ruido de estás explosiones vinieron del norte de la ciudad, y dejando los palos o bastones del polo, salimos pedaleando hacia el centro de Gómez. Yo pensaba que a lo mejor había explotado el cine Palacio o algo así. Yo tenía trece años de edad.

Al llegar a la plaza, todo estaba en calma, pero varias ambulancias de la Cruz Roja, partieron con rumbo a la salida de la ciudad.

Yo pensé en ese momento: -“La Gasolinera de Cholón”- y pedaleamos hacia allá, pero al llegar a la gasolinera estaba esta en calma.

Paralelo a la vía del tren, desde la gasolinera hasta el cruce de Guayuleras había una pistita de tierra para aviones fumigadores. Nos tuvimos que ir por esta pista pues muchos vehículos de emergencia estaban sobre la carretera.

Ya casi estaba oscuro, pero al llegar al cruce de la carreta con la vía del tren en ese lugar de Guayuleras vimos los restos de un tren. Sobre la pista y a un lado de la vía del tren empezamos a ver pedazos de restos humanos.



Los socorristas, policías y elementos de auxilio alumbraban el lugar con sus lámparas de mano.

En el cruce de la carreta con la vía había un gran cráter, y a unos quince metros de este cruce estaba otro cráter.

Resultó que desgraciadamente el tren pollero número veinte, que venía de Chihuahua, con destino a Torreón, chocó con un camión Torton que traía quince toneladas de dinamita, y el otro camión traía doce toneladas. Los dos provenían del poblado Dinamita.



Mis compañeros del juego de Polo y yo regresamos muy impresionados por lo sucedido.

miércoles, 19 de agosto de 2015

CHÚPALE PICHÓN



En agosto de 1954 mis papás nos llevaron a Parras de la fuente, pues querían estar en la feria de la uva.

Esta anécdota que les cuento le sucedió a mi hermano Antonio que en ese año tenía ocho años de edad. Mis otros hermanos: Ana, Patricia, Sergio y Humberto estaban mas chicos y quizás no se acuerden pero si lo habrán escuchado.

Recuerdo mucho esa linda ciudad, pues fue ahí donde nació mi Madre. Aunque a muy pequeña edad salieron de Parras, ella no recordaba la ciudad, pero si sabía que mi abuelo Fidel tuvo ahí una tienda y que en Parras estaba la casa Madero, productora de buenos vinos mexicanos. También recordaba que en la ciudad hay muchas huertas con grandes nogaleras.

En esta ciudad mi Madre fue bautizada por un señor apellidado Richardson, y mi Madre lo quiso saludar y preguntando por él, llegamos a su casa.

Comimos con su familia y antes de retirarnos, el padrino de mamá nos invito a sus bodegas, pues él también era productor de vinos, aunque un poco más rústicos que los de la Casa Madero.

La bodega de él se encontraba a unos veinte kilómetros de Paila hacia Saltillo, como nuestra intención era ir a Monterrey a visitar a los parientes de mi Madre, pues fuimos detrás del pick up del padrino para llegar a las bodegas Richardson.

Al llegar a este lugar, el padrino de mi madre le enseño a mi padre, como fabricaba su vino.
Entramos a una bodega grande, donde había dos hileras de pilas separadas por un pasillo en medio. El señor Richardson me pidió que subiera a una de las pilas para bajar unos pocillos para darle a probar a mi padre el vino que tenía en unas barricas, para subir a la pila usé una escalera pequeña recargada en la pila. Tome los pocillos, y para no bajar por la escalera, cruce hacia las pilas de enfrente por un tablón. Me percaté que la primera pila donde tome los pocillos, estaba descubierta, en cambio las de enfrente estaba tapadas.

Nunca me fije que mi hermano Toño me siguió por la escalera parada sobre las primeras pilas. Yo crucé hacia las pilas tapadas porque ahí había una escalera tendida con escalones de tabla y no de barrote como la primera.

En eso escuche que alguien había caído dentro de la pila destapada. Mi madre grito -“Pancho”- y yo le contesté –“Mande”- y en eso vimos que mi hermano sacaba sus manos del vino en fermentación de la pila destapada.

Mi padre subió de inmediato y lo sacó del vino, cruzó por el tablón adonde estaba yo y lo bajó con mucho cuidado por la escalera tendida.

De inmediato le quitaron la ropa y los zapatos para lavarlo con agua. La esposa del señor Richardson corrió por alcohol, y mi madre le gritó: -“No, más alcohol no”-

Lo único que dijo Toño fue: -“Ya vámonos y no volvamos a venir aquí”-

Es por eso, que a esta anécdota le llamo: “CHÚPALE PICHÓN”

lunes, 3 de agosto de 2015

LAS POSADAS DE MI PUEBLO

Que lindo es recordar, cuando yo tenía unos trece o catorce años, allá en Lerdo se organizaban las Posadas, gracias a la iniciativa de Don Vicente Verdugo, él, era el secretario del Ayuntamiento. Desde septiembre recorría las casas para preguntar, quien se apuntaba para una de las posadas.

Estas comenzaban el 16 de diciembre, saliendo de la Parroquia a las seis de la tarde. Un carpintero fabricó una especie de mesa, con un triplay grueso, de esos que se usan para los colados de los techos, cuatro patas, una en cada esquina del triplay, y las agarraderas en cada esquina. En esta mesa se colocaban las imágenes de la Virgen María y el señor San José en barro.

Siempre recorríamos de dos a tres cuadras llevando a los peregrinos, cantando para llegar a la primera casa y pedir posada.

En esta casa, ya estaban reunidos los que no quería darle posadas.

Al llegar a la casa, empezábamos: “Eeeen el nombre del cieeeelo, ooos pido posada…”




Y de adentro nos contestaban: “Noooo puedo abrir, sigan adelanteeee…..”

Y así, hasta que los de la casa abrían la puerta y todos decíamos: “Entren Santos peeeregrinos, peeeregrinos, reciban este rincón….”



Ya instalados en la casa, procedíamos a rezar el Rosario.

Luego se organizaban los juegos, mientras se preparaban para colgar la piñata.



Luego venía la cena, en unas casas nos daban tamales con champurrado, en otras churros con chocolate y en otras buñuelos con café.

Luego nos repartían refrescos, a los señores les daban ponche de futas, el cual lo adornaban con un piquetito de ron o brandy.

Ya, como a las diez u once de la noche nos despedíamos, para regresar al día siguiente a las seis de la tarde y sacar a los peregrinos y continuar a la siguiente casa.

La última posada, se llevaba a cabo en el atrio de la Parroquia, donde llegábamos el 24, habiendo salido de la última casa, ahí nos esperaba el párroco, entrabamos con los peregrinos hasta el altar, luego venía la misa, aquí ya no había piñata. Acabando la misa, regresábamos a casa cada quien para la cena Navideña y esperar al Niño Dios, para que nos dejara los regalos al pie de cada nacimiento.

jueves, 23 de julio de 2015

LA INACIA

A mí, me gusta cantar, siempre que hay una reunión, una fiesta, o algún evento donde esté un guitarrero, le ando pidiendo que me acompañe…



Hay una canción que siempre me están pidiendo, se llama. “LA INACIA” la canción dice más o menos así…  

Oy… oy… oy… Oyes Inacia quero que escuches mi plática,
quero que escuches que eres mi pasión frenética,
aunque carezca de política y gramática,
yo solo que conmigo seas benéfica…

Quero que escuches de mis labios este prólogo
que te dirige el trovador este faisilime,
y si minervia saca copia del catálogo,
y con dulzura a esa joven escreibile…

Cuando mis huesos descansen en un sarcófago
y que mis restos descansen bajo una lápida
hasta mi tumba llorarás solo una lágrima
donde riposa el trovador joven simpática…

Adiós modelo de virtud termino mi ópera
me voy corriendo hasta el fondo del polo ártico
y si mi buscas y no me hallas en la atmósfera
vete corriendo que he de andar por el atlántico...

miércoles, 1 de julio de 2015

AGÁCHESE COMPADRE, QUE AHÍ VIENEN LAS BALAS

Allá por mayo del año de 1981, fuimos invitados mi esposa y yo a una boda, en Ciudad Obregón, de esas bodas de rompe y rasga.

Yo estaba trabajando en la empresa Taxis Aéreos del Noroeste, volando el avión MU-2 XA-IUC.



Por esos días teníamos de visita en casa, a mi suegro y compadre Norberto Hahnel.



Un vecino de Eduardo Debeikis, fue el que nos invitó a esa boda, La cual se celebró en el salón de fiestas de la Unión de Crédito Agrícola del Yaqui, el cual está sobre la avenida Miguel Alemán.

Le dije al vecino de Eduardo que teníamos de visita a mi suegro, por lo que me pidió que lo invitara y me dio los tres boletos, para mi esposa, mi compadre y el mío, pero al dármelos me previno:

-“Pero hay que tener cuidado en la fiesta Capi, por que puede haber balazos”- Yo no le creí.

Llegando a casa, les conté a mi esposa y a mi suegro, el comentario del que nos invito al baile.

Nos arreglamos y para las nueve de la noche estábamos entrando al salón.

La boda fue como todas esas fiestas que se hacen después de la misa matrimonial. Las mesas bien arregladas con cierto lujo, los meseros listos para atender con las bebidas y las botanas. La orquesta tocando las piezas de la época y un conjunto norteño esperando su turno.

Mi esposa y yo bailamos algunas tandas de la orquesta y otras del conjunto norteño, mientras mi suegro y compadre nos esperaba en la mesa, disfrutando de su vino tinto, pues le pusieron una botella.

Los meseros empezaron a servir la cena, cuando de repente escuchamos un alboroto en la puerta del salón. Volteamos y vimos al cuidador de la entrada forcejeando con un huaripudo que traía un revolver en la mano.

Entonces me sentí como en el lejano Oeste, y le grité a mi suegro:

-“Al suelo compadre, ahí vienen las balas”- y empuje a mi esposa debajo de la mesa.

Sonó el primer disparo que se clavó en el techo, mientras le gritaba al novio:

-“En esta te mueres”- mientras vi de reojo que el novio sacó una pistola escuadra y le apuntó al ranchero que estaba en la puerta. En ese instante sonaron dos disparos y vi como el novio, al mismo tiempo que su rival en amores caían al suelo,  muertos. Gran escándalo y conmoción causo el duelo. Muchas señoras ya grandes, gritaban llorando, muchos meseros e invitados al igual que nosotros, bajo las mesas. No tardaron en llegar la policía y las ambulancias. Todos fuimos saliendo del salón, nos subimos en nuestros autos y partimos a nuestros a hogares.

Ya en casa, mi suegro se saco de la bolsa del pantalón su botella de vino, mi esposa saco unas copas y para brindar, mi suegro y compadre dijo:

-“Como en el lejano oeste, COMPADRE, AGÁCHESE QUE AHÍ VIENEN LAS BALAS”-   

martes, 16 de junio de 2015

NO ME EMBORRACHEN A LA POLICÍA

A principios de 1963, mi padre y yo habíamos regresado a la ciudad de México después de haber elaborado el plano regulador de la ciudad de Yuriria Guanajuato.




Este plano, fue un levantamiento topográfico de esta ciudad por petición que el gobernador del estado le hizo al despacho de los Bustamante de la capital.

Como yo estaba estudiando arquitectura, acompañe a mi padre a este levantamiento, nos acompaño un ingeniero agrónomo apellidado Bea.

En ese tiempo que duramos en Yuriria haciendo este trabajo, el inge Bea y yo nos pusimos de novios de dos chicas del pueblo, a la novia de Bea le decían la Monina, y a la mía, la Chata.

Después de regresar a México, empezamos Bea y yo a hacer viajes de fin de semana para ver a las novias.

Como yo toco el acordeón desde muy joven, siempre llegábamos los viernes en la noche con el instrumento para llevarles serenata a las dos.



Uno de esos viernes, al llegar nos dirigimos a la única cantina del pueblo para esperar la hora de las serenatas. El dueño de la cantina era el jefe de la policía del pueblo. Al llegar nos invitaba una cerveza para agarrar valor, y él también nos pedía que le lleváramos serenata a una chica que el pretendía, a pesar de que era casado.

Mientras tomábamos valor los tres, un guitarrista afinaba su guitarra con el acordeón y así completábamos la música, serenata para tres chicas, con acordeón y guitarra.

En esos días además del jefe de la policía, el pueblo tenía dos miembros más para cuidar el orden, más el vigilante de la cárcel.

Mientras llegaba la hora de las serenatas, los dos policías se reportaban con su jefe en la cantina, entonces nuestro amigo, les pedía que nos acompañaran para cuidarnos, a la hora de la cantada.

Así es que imagínense, que lindo cuadro, caminando por las calles de Yuriria, al frente, el comandante, el inge Bea y yo, detrás el guitarrista y cerrando filas, los dos policías.

La bronca se nos presentó al día siguiente, el sábado cuando después de levantarnos, al estar desayunando en la casa de doña Mary Pizano, que era la que nos daba posada, llegó el Presidente Municipal, y lo primero que nos dijo:

-“Muchachos, yo les di permiso para que llevaran todas las serenatas que se le ofreciera, pero lo único que les pido es: NO ME EMBORRACHEN A LA POLICÍA”-  

viernes, 29 de mayo de 2015

LAS BODAS DE ORO DE MIS PADRES


En esta foto vemos a toda mi familia reunidos durante las bodas de oro de mis padre. Ellos están sentados, ya fallecidos y decanzan en Celaya Guanajuato y alrededor de ellos de pie y de izquierda a derecha:

Humberto, que se hizo músico en el conservatorio Nacional de Música y se especializo en el Saxofón. murió en Tijuana, Baja California Norte, y mi hermano Sergio y yo fuimos a recojer sus cenizas.

Luego sigue Antonio, que trabajó escrbiendo para varios periódicos, quien también murió en Celaya Guanajuato, Toño tuvo tres hijos, Alberto, Antonio y Angélica, los tres viven en Celaya con su mamá Lupita Maldonado.

Después esta Patricia, de chiquita una niña muy inquieta, pero siempre ha sido un amor, ella vive en la ciudad de México, sus hijos: Mariana, Hiram y Alejandro.

Junto a Paty vemos a Ana María, la bohemia, la bailadora, quien vive en Celaya Guanajuato, sus hijos: Carlos Guillermo y Ana Luisa quien ya falleció.

Sergio quien vive en Cuernavaca con Laura su esposa, muy buen piloto aviador y lo digo yo, ya que voló por muchos años en Mexicana de Aviación. Sus hijos: Matía y Julieta.

Finalmente el abuelo (Asi me dicen) ¿Será por "LANETABUELO"? Yo fui piloto de la Fuerza Aérea Mexicana, de un taxi aéreo en Ciudad Obregón, en Aerocalifornia y en corporativo Vitro de Monterrey. Tengo dos hijos, Francisco y Norberto, mi esposa se llama Elizabeth Hahnel y mis nietos: Francisco, Norberto y Andrés.

Pues viendo esta foto que nos tomaron en agosto de 1991 durante sus bodas de oro me vienen a la memoria tantos recuerdos de familia.  

martes, 26 de mayo de 2015

IGUAL QUE TÚ PETER, IGUAL QUE TÚ

Que bellos recuerdos de aquellos viajes que hice desde 1993 hasta el 2003. Gracias a mi agencia de viajes "TURIPAZ" (igual al blog) lleve cientos de turistas a López Mateos para la observación de la ballena gris.



En uno de esos viajes, mientras yo les explicaba el comportamiento de esos lindo mamiferos marinos, una de las turistas se animo y le dio un besito a una ballena.



y después me preguntó: Pancho, ¿Como se inicia el ritual del amor entre las ballenas? (no se el porqué de estas cuestiones entre las mujeres) 

Entonces yo como un gran erudito en el tema, le contesté: -"De la misma forma como nosotros iniciamos estas cuestiones"-

-"Pero si, enseñame como"-

Entonces yo le dije al panguero: -"Vamos a aquel rincón de la laguna"-

Cuando llegamos al lugar le pedí que apagara el motor de la panga. Yo a todas la ballenas que se acercaban a la panga donde ibamos, les puse nombre.

Por ejemplo, esa ballena que nos está espiando se llama "La Pichirila"



Entonces les pedí que pusieran atención al diálogo que se estaba desarrollando en el fondo de la laguna:

La ballena hembra, le estaba diciendo a su macho: -"Pichirilo, vamos"- y el contestaba: -"No Pichirilita, estoy cansado"- 

-"Vamos Pichirilo"- -"No mi amor, voy a ver el partido de futbol"-

-"Ándale, vamos"- -"No, estoy leyendo el periódico"-

Entonces la americana se soltó diciéndole a su esposo:

-"IGUAL QUE TÚ PETER, IGUAL QUE TÚ"  

martes, 19 de mayo de 2015

QUE ATREVIMIENTO



Fue el día de mi graduación, una noche de junio de 1966, donde vino toda mi familia a Zapopán, para estar conmigo el día que me gradué como Piloto aviador.

Como siempre he sido, no me aguante las ganas de organizar nuestro baile de graduación. En los dos hangares del Colegio del Aire se repartieron mil mesas, fue un baile para cuatro mil personas.

Cuatro orquestas, cuatro cantinas, de mi escuela Militar de Aviación solo treinta y tres cadetes alcanzamos a portar las alas de piloto aviador militar.

Invité a la que era mi novia cadetera, Lupita Flores la de Guadalajara, porque en La Paz hubo otra con el mismo nombre.

Mis Padres, hermanos, parientes y Lupita ocuparon tres mesas juntas. Pero a mi estilo, durante todo el baile me la pase revisando las cantinas, los invitados de honor, las orquestas y todos los detalles del mismo.

Y días después me entere que mientras yo recorría los dos hangares, mi ex novia le pidió mi mano a mi papá. “QUE ATREVIMIENTO”  

Y algunos años después, también me enteré que la que hoy es mi esposa, estuvo en ese baile, pues fue invitada por el Koki Unzón. “ASÍ ES LA VIDA”

sábado, 25 de abril de 2015

EL CAPI LAVÍN, SE METIÓ DEBAJO DEL CONCORD

El 24 de junio de 1980, salimos muy temprano mi esposa y yo de casa, ella me iba a dejar al aeropuerto de Ciudad Obregón Sonora, y se regresaría con el carro de ella, un Volkswagen Caribe modelo 1977, que mi suegro le regaló, pues el mío estaba en el taller.



Cada vez que yo salía de vuelo en el MU-2 Solitaire XA-IUC de Taxis Aéreos del Noroeste, antes de llegar al aeropuerto, pasaba por el mercado, para comprar café, los periódicos y algo de fruta que yo colocaba dentro del avión para los pasajeros. Para el café, yo llevaba siempre una cafetera y para la fruta una charola.



Esa mañana, tenía que llevar al señor Juan Robinson Bours a Hermosillo, junto con su esposa y dos hijos, pues iban al consulado americano para sacar dos visas para los hijos.
Así es que le pedí a mi esposa que me llevara al mercado primero y al aeropuerto después, para poder salir de vuelo. Llegamos al mercado y me baje a comprar lo que yo llamo el comisariato del avión. (Café, fruta y periódicos)

Como ustedes saben, el Caribe es un auto chico, para dos pasajeros en los asientos delanteros, o sea yo manejando y mi esposa en el asiento derecho.

En el mercado, saludé a Don Juan Robinson Bours, pues estaba en al café “El Negrito”, lo saludé y me dijo: “Nos vemos en quince minutos en el avión capitán, ya voy por mi esposa y mis hijos”

Salí del mercado con mi comisariato y abordé el Caribe. Detrás de mi asiento puse la cafetera en el piso, y la fruta y los periódicos en el asiento trasero.



Tomé la calle 5 de Febrero hacia el sur para dirigirme al Boulevard Elías Calles y después ir hacia la carretera que va al aeropuerto

Íbamos tranquilamente mi esposa y yo platicando dentro del Caribe, y ya casi para llegar al crucero de las calles 5 de febrero y 6 de abril, alcance a ver que en la siguiente esquina de 5 de febrero y Boulevard Elías Calles se puso en luz amarilla, y para no hacer alto en la luz roja, decidí dar vuelta a la izquierda sobre la calle 6 de abril y tomar la Miguel Alemán rumbo al aeropuerto.

En el viraje del auto hacia la izquierda escuché, que la cafetera que venía en el piso detrás de mi asiento se cayó. Me agache para levantarla, mi esposa hizo lo mismo, y aflojé el volante.

En la esquina, estaba un camión Torton estacionado. Y ándale, que me incrusto en la plataforma del camión.



A la vuelta de la calle 6 de abril, estaba la Cruz Roja, así es que en dos minutos llegó la ambulancia y de inmediato nos llevaron a la Central Quirúrgica a los dos. El Caribe se quedó incrustado debajo de la plataforma del Torton.



Pero se corrió la voz de que el Capitán Lavín y su esposa, se metieron debajo del Concorde.



martes, 14 de abril de 2015

CON CIERTO ORGULLO



Con cierto orgullo, permítanme platicarles, cual fue una de mis mejores noches en la vida. Esto ocurrió el 24 de mayo de 1959 en la ciudad de Monterrey N. L.

Con cierto orgullo, invite a mis padres a que fueran a Monterrey, para escuchar a su hijo, porque la noche de ese sábado 24 de mayo, se iba a presentar en el teatro María Teresa Montoya, que se encuentra en la contra esquina de la alameda de la ciudad.



Con cierto orgullo, esa noche tuve la oportunidad de participar en el CONCIERTO que la academia Wagner de acordeón, del profesor Guillermo Benítez presentaba a la concurrencia.

En la academia estábamos inscritos cuarenta acordeonistas, y el concierto fue presentado en solos, duetos, quintetos y al final los cuarenta alumnos.



Aquí mi foto con mi acordeón…
  
Cuando me presenté en mi solo de acordeón, toqué la Danza Húngara número cinco de Johannes Brahms.

Luego en dueto, otro alumno y yo tocamos música italiana: Tarantela Napolitana, Funiculi-Funicula y O´Solemío. En un quinteto tocamos tangos: La Comparsita, Uno, A media luz y Yira Yira.

Finalmente para finalizar el concierto, los cuarenta alumnos tocamos música mexicana: Cielito Lindo, Carabina treinta treinta, Caballo Bayo, Las Bicicletas y la Marcha de Zacatecas.

El concierto fue un triunfo para todos, y para mi fue, un con cierto orgullo el que mis padres me hallan escuchado. Salimos del Teatro y mis padres muy felices me llevaron a cenar Cabrito, yo pedí una riñonada.