Amigos y amigas, como no acordarme de aquellos años felices de mi niñez, donde yo, siendo el mayor de mis hermanos tenía que poner el ejemplo.
Después de que nací, al año, mi padre sufrió una terrible caída de la cornisa, que sobresalía del techo de un tercer piso. Yo no recuerdo la caída de mi Señor Padre, pero en las fotos antiguas lo veo con muletas, el zapato del pie derecho con un enorme tacón porque le quedó una pierna mas corta que la otra. Me platican mis tías que mi padre duró enyesado durante un año desde el cuello hasta los pies, solo sobresalían del saco de yeso: la cabeza, las manos y los dedos de los pies.
Un día, como a los siete meses de estar enyesado, su cuerpo ya estaba demasiado delgado dentro del yeso, así es que entre la piel de él y el yeso hubo espacio suficiente para que se colara un ratón y corría por todo el cuerpo de mi Señor Padre. Mi Señora Madre y mis tías hacían esfuerzos enormes por sacar al ratón, y metieron por los huecos del yeso un palo de escoba, las carcajadas de mi Señor Padre fueron muchas por las cosquillas que sentía al recorrer el palo de escoba sobre la piel del viejo, eso y las carreras del ratón, lo hacían desternillarse de risa.
Ustedes pensarán que la caída y la rotura de sus piernas lo iban a calmar, pues no amigos, mi padre ha sido unos de los mejores bailarines de la historia, era el rey del cha-cha-cha, era el emperador del mambo, muy bueno para el tango, y uno de los mejores danzoneros y mi bendita Madre tuvo que aprenderse todos los pasos y seguirlo a cuanta fiesta invitaban a Don Pancho. En las fiestas de disfraces, siempre se ganó el primer lugar con sus vestimentas. Normalmente era el primero en llegar y el último en irse.
Lo recuerdo que siempre fue invitado a cuanta feria se dio por la región: La Feria de la Uva, en Parras de la fuente. La Feria de la Sandía en Tlahualilo. La Feria del Algodón en Torreón. La Feria de la Construcción en Monterrey.
Dicen mis tías que otro hombre como su hermano Panchito no había, alegre, trabajador, bailador, cantador, deportista, nadador y clavadista.
Hoy me lo imagino, feliz en el cielo bailando rumba, salsa, quebradita y tantos ritmos nuevos.
Después de que nací, al año, mi padre sufrió una terrible caída de la cornisa, que sobresalía del techo de un tercer piso. Yo no recuerdo la caída de mi Señor Padre, pero en las fotos antiguas lo veo con muletas, el zapato del pie derecho con un enorme tacón porque le quedó una pierna mas corta que la otra. Me platican mis tías que mi padre duró enyesado durante un año desde el cuello hasta los pies, solo sobresalían del saco de yeso: la cabeza, las manos y los dedos de los pies.
Un día, como a los siete meses de estar enyesado, su cuerpo ya estaba demasiado delgado dentro del yeso, así es que entre la piel de él y el yeso hubo espacio suficiente para que se colara un ratón y corría por todo el cuerpo de mi Señor Padre. Mi Señora Madre y mis tías hacían esfuerzos enormes por sacar al ratón, y metieron por los huecos del yeso un palo de escoba, las carcajadas de mi Señor Padre fueron muchas por las cosquillas que sentía al recorrer el palo de escoba sobre la piel del viejo, eso y las carreras del ratón, lo hacían desternillarse de risa.
Ustedes pensarán que la caída y la rotura de sus piernas lo iban a calmar, pues no amigos, mi padre ha sido unos de los mejores bailarines de la historia, era el rey del cha-cha-cha, era el emperador del mambo, muy bueno para el tango, y uno de los mejores danzoneros y mi bendita Madre tuvo que aprenderse todos los pasos y seguirlo a cuanta fiesta invitaban a Don Pancho. En las fiestas de disfraces, siempre se ganó el primer lugar con sus vestimentas. Normalmente era el primero en llegar y el último en irse.
Lo recuerdo que siempre fue invitado a cuanta feria se dio por la región: La Feria de la Uva, en Parras de la fuente. La Feria de la Sandía en Tlahualilo. La Feria del Algodón en Torreón. La Feria de la Construcción en Monterrey.
Dicen mis tías que otro hombre como su hermano Panchito no había, alegre, trabajador, bailador, cantador, deportista, nadador y clavadista.
Hoy me lo imagino, feliz en el cielo bailando rumba, salsa, quebradita y tantos ritmos nuevos.
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