martes, 22 de abril de 2008

UN VENADO MAL REPARTIDO


Un ranchero de la Purísima se encontró en el campo con un venado asustado y lo mató. Para evitar que otros lo descubrieran, lo enterró al pie de un cardón y lo tapó con ramas. Poco después olvidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había ocurrido en un sueño. Lo contó, como si fuera un sueño, a toda la gente. Entre los oyentes hubo uno, que fue a buscar el venado escondido y lo encontró. Lo llevó a su casa y dijo a su mujer:

-Fijate que el Cenobio soñó que había matado un venado y olvidó dónde lo había escondido y ahora yo lo he encontrado. Ese Cenobio sí que es un soñador.

-Tú habrás soñado que viste a tu amigo que había matado un venado. ¿Realmente crees que hubo un ranchero del pueblo? Pero como aquí está el venado, tu sueño debe ser verdadero -dijo la mujer.

-Aun suponiendo que encontré el venado por un sueño -contestó el marido- ¿a qué preocuparse averiguando cuál de los dos soñó?

Aquella noche el Cenobio volvió a su casa, pensando todavía en el venado, y realmente soñó, y en el sueño soñó el lugar donde había ocultado el animal y también soñó quién lo había encontrado.


Al alba fue a casa del otro y encontró el venado. Ambos discutieron y fueron ante el juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al ranchero:

-Realmente mataste un venado y creíste que era un sueño. Después soñaste realmente y creíste que era verdad. El otro encontró el venado y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa que soñó que había encontrado un venado que otro había matado. Luego, nadie mató al venado. Pero como aquí está el animal muerto, lo mejor es que se lo repartan.

El caso llegó a oídos del delegado de la Purísima quien dijo:

-¿Y ese juez no estará soñando que reparte un venado? Lo mejor es que vaya yo por él, y me lo quede para mi solito, ya que para eso soy el Delegado.

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