jueves, 1 de noviembre de 2007

LA PAZ DE MIS AMORES


Allá por el año 1992 era yo director de Turismo de la ciudad de La Paz, y tuvimos un festejo de directores de área. Estaba platicando con el director de Policia y Transito Municipal, cuando le pregunté sobre los últimos atrapados en la delicuencia, ustedes saben: los rateros, los viciosos, los asesinos y él me comentó, de uno que agarraron con las manos en la masa, o sea con el producto de sus robos a las casas habitación de esta ciudad. Estaba en un solar acomodando el producto de sus esfuerzos (ándale, así les digo yo ahora cuando sus esfuerzos son acomodar todo lo que se han robado) él ya llebava seis viajes, de la casa donde había estado saqueando. En ese solar ya tenía muy bien acomodado las cosas: Televisor, estéreo, licuadora, ropa, dinero, joyas, herramientas, vajillas, y demás cosas que estos malandrines sacan de las casas que caen en sus garras. En ese sexto viaje era el último que hacía. El solar quedaba a cinco cuadras de la casa afectada. Entonces los agentes de la corporación extrañado por su comportamiento le preguntaron que si no tenía miedo de que alguien más lo robara a él. A lo que este individuo contestó: -Meee, ¿porque iba a tenr yo miedo que me quitaran lo que estoy trabajando? Sí aquí en La Paz, la gente es muy honrada-


Esto viene al cuento porque cuando yo llegué a esta ciudad allá por 1966 tuve un auto convertible y lo podía dejar en el centro con la capota abajo, las llaves en el switch en pleno centro de la ciudad y no había quien se atreviera a tomarlo. El jueves pasado me enteré de un caso: En el estacionamiento de la sucursal de Bancomer que se encuentra en Forjadores frente a la Soriana, a las doce del día, a una chica le quitaron su auto y se lo robaron dejándola tirada. Ella entró a la sucursal gritando que le estaban robando el auto, cuando los clientes que estaban dentro de la sucursal pudieron ver como el auto salía velozmente del estacionamiento y nadie hizo nada.

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