COMO ME ENFRENTO ANTE LOS PROBLEMAS
La marina de Cabo San Lucas estaba totalmente abarrotada de embarcaciones de recreo de varios países. Entre ellas estaba una fragata de la marina nacional de esas que ya están muy viejitas. En eso avisaron que se acercaba un chubasco no muy grande, de esos que se forman en el océano Pacífico a los que les llaman: Tormenta tropical.
Todos los yates se aseguraron a los muelles de la marina y los dueños y los capitanes se metieron a los bares para beber y aguantar la lluvia y el viento. Menos la fragata de la naval mexicana, el capitán de la nave ordenó levar anclas y salir a mar abierto a capotear a la pequeña tempestad.
El viento, la lluvia y el oleaje pusieron a trabajar a la tripulación de la fragata durante dos días pero salieron adelante y regresaron a la marina.
Lo que encontraron en los peines de la marina fue un verdadero caos, algunos yates hundidos, otros trepados sobre los muelles, otro flotando a la deriva en medio de la bahía de San Lucas porque no los amarraron bien. La capitanía de puerto no se daba abasto, tratando de arreglar lo que ya no tenía arreglo. Un yate hundido pierde mucho de su valor por tener el casco roto, Bajar a las embarcaciones de los muelles cuesta mucho trabajo por carecer de grúas flotantes. Solo las lanchas y los yates que flotaban a la deriva pudieron ser remolcados por la fragata que venía totalmente mojada pero completa de alta mar.
A la semana se les hizo una ceremonia especial para premiar a la tripulación y al comandante de la fragata, ya que gracias a su barco y la diligencia de la tripulación, trajeron al puerto a quince lanchas y a siete yates que se encontraban a la deriva en plena bahía, por estar mal amarrados. Luego todo su personal ayudó a bajar a las embarcaciones que estaba encima de los muelles y finalmente ayudaron a toda la población a reparar sus casas, llevándoles medicinas, agua y comidas calientes.
Le pidieron al comandante que dijera unas palabras acerca de su decisión de salirse a alta mar para capear al temporal a lo que él dijo simplemente: -Mi obligación es atacar a los problemas de frente, salir a capotearlos, no encerrarme en mi camarote a esperar que el problema pase. Le hice la lucha, no me quedé dormido ni me fui al bar cuándo venía la tormenta tropical-
La marina de Cabo San Lucas estaba totalmente abarrotada de embarcaciones de recreo de varios países. Entre ellas estaba una fragata de la marina nacional de esas que ya están muy viejitas. En eso avisaron que se acercaba un chubasco no muy grande, de esos que se forman en el océano Pacífico a los que les llaman: Tormenta tropical.
Todos los yates se aseguraron a los muelles de la marina y los dueños y los capitanes se metieron a los bares para beber y aguantar la lluvia y el viento. Menos la fragata de la naval mexicana, el capitán de la nave ordenó levar anclas y salir a mar abierto a capotear a la pequeña tempestad.
El viento, la lluvia y el oleaje pusieron a trabajar a la tripulación de la fragata durante dos días pero salieron adelante y regresaron a la marina.
Lo que encontraron en los peines de la marina fue un verdadero caos, algunos yates hundidos, otros trepados sobre los muelles, otro flotando a la deriva en medio de la bahía de San Lucas porque no los amarraron bien. La capitanía de puerto no se daba abasto, tratando de arreglar lo que ya no tenía arreglo. Un yate hundido pierde mucho de su valor por tener el casco roto, Bajar a las embarcaciones de los muelles cuesta mucho trabajo por carecer de grúas flotantes. Solo las lanchas y los yates que flotaban a la deriva pudieron ser remolcados por la fragata que venía totalmente mojada pero completa de alta mar.
A la semana se les hizo una ceremonia especial para premiar a la tripulación y al comandante de la fragata, ya que gracias a su barco y la diligencia de la tripulación, trajeron al puerto a quince lanchas y a siete yates que se encontraban a la deriva en plena bahía, por estar mal amarrados. Luego todo su personal ayudó a bajar a las embarcaciones que estaba encima de los muelles y finalmente ayudaron a toda la población a reparar sus casas, llevándoles medicinas, agua y comidas calientes.
Le pidieron al comandante que dijera unas palabras acerca de su decisión de salirse a alta mar para capear al temporal a lo que él dijo simplemente: -Mi obligación es atacar a los problemas de frente, salir a capotearlos, no encerrarme en mi camarote a esperar que el problema pase. Le hice la lucha, no me quedé dormido ni me fui al bar cuándo venía la tormenta tropical-
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