domingo, 8 de julio de 2007

¿SOMOS MENDIGOS O HIJOS DEL REY?


Un viejo indígena americano, cojo, andrajoso y hambriento, vagaba por las calles suplicando por comida para saciar su hambre.
Mientras devoraba ávidamente el pan que había recibido de una mano caritativa, la persona que lo había socorrido notó que alrededor de sucuello traía una tira brillante y coloreada, de la que colgaba una pequeña bolsa de piel muy desaseada .
Al ser cuestionado sobre lo que significaba, dijo que había sido un regalo recibido cuando aún era joven.
Abrió la bolsa y mostró un amarillento y graso papel, el que le había preguntado miró sorprendido que se trataba de un documento oficial del Ejército Federal otorgándole al indio una pensión vitalicia, firmado nada menos que por el propio General Washington.
Allí estaba un hombre que hubiera sido honrado prácticamente en todos los lugares donde se presentara, que tenía asegurado el sostén y una vida digna por el resto de sus días, pero que había pasado esos años vagando hambriento y abandonado.
Es un retrato de las muchas personas que, con todas las promesas del SeñorJesús, permanecen hambrientas en el desierto de este mundo. ¿Hasta que punto hemos confiado en las promesas del Señor contenidas en Su Palabra?
Nosotros las conocemos, las leemos y releemos muchas veces, las recitamos para muchas personas, y tenemos la convicción de que son verdaderas y actuales.
Muchas veces pasamos los días de malhumor, nos quejamos de la situación terrible que enfrentamos, llegamos a sentirnos abandonados y rechazados olvidando que el Señor nos prometió atender nuestras necesidades, conforme a su Voluntad para la salvación de nuestra alma, estar con nosotros siempre y hacernos más que vencedores.
Llegamos a vivir la triste situación de ser como mendigos suplicando a otros mendigos esperando tener de ellos un auxilio para resolver nuestros problemas, pareciendo estar perdidos y abandonados a la suerte, hambrientos de algo que sostenga nuestro espíritu.
Olvidamos que llevamos con nosotros, no en una tira en el cuello, sino en lo más hondo del corazón, al Señor mismo que es "El Camino, la Verdad y la Vida " el "Pan vivo que bajó del cielo”, la Fuente donde encontraremostodas las bendiciones anheladas para nuestra felicidad.

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