viernes, 19 de octubre de 2007

EL DÍA QUE ME RENDÍ


Un día decidí rendirme... Abandoné mi trabajo, mi relación, mi espiritualidad... Quería abandonar mi vida. Fui al bosque a tener una última conversación con Dios.

-Dios- pregunté -¿Me puedes dar una buena razón para no rendirme?-

Su respuesta me sorprendió. –Mira a tu alrededor- dijo -¿Ves los helechos y el bambú?- -Si-le respondí.

-Cuando planté las semillas de helecho y bambú, les di especial cuidado. Les di luz, les di agua, El helecho creció de la tierra con rapidez. Su color verde brillante cubrió la tierra. Pero nada creció de la semilla de bambú. Sin embargo yo no abandoné al bambú. El segundo año el helecho creció en forma más vibrante y con más plenitud. Y de nuevo, nada apareció de la semilla de bambú, pero yo no perdí mis esperanzas en el bambú. En el año tres nada había aparecido de la semilla de bambú, pero yo no la abandonaría. Luego en el año cinco un pequeño brote emergió de la tierra. Comparado con el helecho era pequeño e insignificante en apariencia... pero sólo seis meses más tarde el bambú creció hasta alcanzar una altura de más de tres metros. Había pasado los cinco años echando raíces. Estas raíces lo fortalecieron y le dieron lo necesario para sobrevivir. A ninguna de mis creaciones le daría un desafío que no pudiese manejar. ¿Sabes hijo que durante todo este tiempo que has estado luchando, has estado echando raíces?. Yo no abandoné al bambú, nunca te abandonaré a ti. No te compares a otros, el bambú tuvo otro propósito que el helecho. Sin embargo, ambos dieron belleza al bosque. Tu tiempo vendrá, Alcanzarás gran altura.

-¿Qué tan alto creceré?- Le pregunté.

-¿Qué tan alto crecerá el bambú?- me preguntó Dios de nuevo.

-¿Tan alto como yo pueda?-

-Si, dame gloria, creciendo tan alto como puedas-

Espero que estas palabras puedan ayudarte, Dios jamás te abandonará, no te des por vencido.


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