jueves, 11 de octubre de 2007

TU PUEDES SER EL AMANECER


Cuantas personas caminan desoladas y solas. Andan y sienten que sus pasos las conducen a ningún lugar. Perdieron, hace mucho, la dirección de la esperanza. Varias, se debaten en las tinieblas de la desilusión, del abandono, de la desdicha. Se suceden los días, los minutos, pasan como si trajesen consigo, una suma cada vez mayor de sinsabores. La vida parece un eterno anochecer, una oscuridad eterna.

Miles de humanos están al borde del colapso nervioso. Muchos corazones están sofocados de angustia, de añoranza, de desesperación, deambulando en el pasado, en busca de recuerdos perdidos.

Nosotros podemos ser un reflejo de luz. Podemos cultivar en la intimidad, un jardín de flores y luces, sembrando esperanza. Podemos ser la madrugada radiante, que trae consigo la melodía de los pájaros anunciando el alba. Podemos ser el amanecer de aquellos que se debaten en la oscuridad, trayendo los primeros rayos de sol que vencen las tinieblas, irradiando claridad y confort.

Podemos emitir una frase de optimismo o apenas una palabra de fe, que les devuelva la confianza en el futuro. Incentivarles los valores, de modo que el desaliento no se transforme en un arma destructora, extendiendo el puente del diálogo amigo, capaz de lograr el equilibrio y la serenidad.

Seamos un reflejo tranquilo. Pero para eso, es necesario cultivarlo en el corazón. Es preciso que sembremos flores de comprensión, de amabilidad y de dulzura. Es tan triste caminar en la soledad. Más triste es aun tener como compañía a la desesperanza. Derrotemos en definitiva, a la indiferencia derrumbando murallas de orgullo, que nos impiden ver las necesidades de los que caminan a nuestro lado, seamos un reflejo de luz, de paz, de esperanza. Actuando así, sentiremos la suave felicidad invadiéndonos el alma, penetrándonos el corazón y aliviando nuestras carencias y dolores.

En la medida de que nos sentimos útiles con alguien, recibimos las bendiciones que tanto precisamos. Olvidemos los pies heridos con las espinas del camino y sentiremos crecer nuestras fuerzas. Ayudándonos unos a otros, conseguiremos alcanzar la cima de la montaña, desde donde podemos visualizar la amplia planicie cubierta de hierbas y flores, como premio a los esfuerzos realizados. No hay noche que perdure para siempre. El punto más alto de la oscuridad es también el inicio de la madrugada, que trae consigo la claridad venciendo las tinieblas. Las nubes por más densas que parezcan, son efímeras y pasajeras, pero el sol perdura.

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